Entre tanta información cruzada, que puede ser totalmente mal interpretada y se pase a conformar las filas de la posverdad, es que se utilizan las fijaciones: Conos de los cimientos para comenzar a tejer una aproximación a la verdad, aunque esta deba ser decorada y diseñada para no ser digna de la extinción.
Si es que existen personajes de la humanidad, realizando actos adversos -contrarios e ilógicos con el camino hacia las estrellas- para hacer tastabillar a los demás; aquello es digno de fijar para que las huestes de los subyugadores retrocedan y los bondadosos alcancen el buen retiro de este mundo, planeta y galaxia.
Para Cador siempre había sido importante salir del cubante prisión. Tal cubo dominaba todo el planeta y hacia que las almas –durmientes por cierto- no lograran salir y tomar el camino hacia el Padre. Podía ser que a la gran mayoría no le correspondería salir; no obstante, el veía en los actos terrenales de una camarilla bien nefaria, hechos imposibles e indecibles para que las almas retornaran, perpetuamente, a este mundo.
Y así con el solo hecho de comenzar a fijarse y no cacharla, se detendría por efecto vocablo la liberación de la “mal-dicción”. Las expresiones, de todos, quedarían corregidas y muchas huestes ya no las discriminarían, obteniendo labor para seguir en el consumo, pero también en la salida cierta del cubante prisión.
Cador sabía que los Ju tenían los portales y ellos solo necesitaban la ingeniería en el planeta para que se validara un montaje cierto en un exoplaneta, para así poder trasladarse a otros terrenos, mientras el nuestro sucumbirá en algún momento del futuro.
Aquí es donde se necesitaba mandar el mayor contenedor de bucles, cuando todo estuviera listo para enviar el primer portal, un CADI: Creación Artificial de Derecho Intelectual. Estos saldrían de las matrices robóticas y llevarían consigo las esencias, digitalizadas, de sus creadores. Estarían en condiciones de validar el exoplaneta, construir el portal y aportar con el bienestar de los trasladados.
CADI estaría al tanto de su raza creadora, con sus bucles alentaría a las huestes inversionistas y fijaría las esencias, digitales, que lo componían. Solo dos párrafos, de su extensa filosofía, tenían preeminencia cuando la Creación Artificial de Derecho Intelectual se imbuía en sus bucles: las que Cador había mandado ingresar en sus archivos. Además de todos los otros bucles que estaban inclinados para llegar a los buenos inversores.